Hábitos de comunicación para una organización sostenible. Toral Madariaga.
Trata a las personas como si fueran lo que deberían ser, y ayúdalas a convertirse en lo que son capaces de ser. Goethe
El halago es posiblemente el arma de persuasión masiva más eficaz para ganarse la confianza de la gente. Regalar los oídos a alguien y hacer que se sienta como un rey, esperando que corresponda con real magnificencia, es una herramienta de seducción que los buenos vendedores conocen de oficio. La
televisión es un surtidor incansable de este arte del halago que persigue la conquista del público agasajando continuamente a los espectadores.
Este cuento tan antiguo como las Mil y una noches contrasta con la tacañería que gastamos cada día en el agradecimiento a los demás. Dice el refrán que guardarse un elogio es quedarse con algo ajeno, y es de creer que unas veces por temor y otras por pudor, hay gente muy desagradecida, que no quiere, no puede o no sabe agradecer a quien ha hecho algo por ella.
Lo mismo pasa con organizaciones que desdeñan cualquier tipo de agradecimiento y sólo manejan el salario económico, como si este fuera el único reconocimiento posible y el sumum de lo que las personas esperan como recompensa a su entrega diaria.
A pesar de lo fácil que es cosechar gratitud cuando uno la siembra, hay más costumbre de insistir en los errores, probablemente para que no se repitan. Somos menos dados a las palabras de ánimo o a los gestos de agradecimiento por el esfuerzo realizado. Recuerde que una sonrisa es la distancia más corta entre las personas. Pruebe a saludar a alguien con una
sonrisa y verá cómo se siente mejor, su propia actitud cambia y recibe a cambio otra sonrisa, a la vez que un voto de confianza.
Muchas organizaciones siguen empeñadas en una seriedad mal
entendida que tiene las palabras de afecto y el sentido del humor por muestras de debilidad. Es la misma equivocación que confunde las horas de estancia en el trabajo con la productividad.Tan es así, que ahora mismo hay consultorías de
empresas dedicadas a difundir los beneficios del sentido del humor en el trabajo, como estímulo a la creatividad y la eficacia
Definitivamente no habremos entendido nada si el nivel de estrés se convierte en la vara de medir la seriedad del trabajo, y damos a las personas el mismo trato que se da a cualquier tipo de recursos, en términos exclusivos de costes económicos.