La motivación como factor de aprendizaje


Antes de que salga publicado o posteado en ningún otro lugar, quiero "colgar" en mi pequeña ventana hacia mi baloncesto; un breve artículo que versa sobre la motivación.

Lo hago además para que alguno de mis jugadores reflexionen sobre ello. Nunca es tarde si la dicha es buena.

¿Qué puedo hacer para que mis alumnos/jugadores se interesen y se esfuercen por mejorar? Esta es una cuestión que todos los entrenadores nos hacemos y es sin duda uno de los caballos de batalla en la iniciación deportiva.

Sin lugar a dudas, la motivación es el factor más importante de aprendizaje, ya que sin él prácticamente no se puede aprender, pero cuando esta se presenta en niveles altos en los jugadores, el proceso de enseñanza-aprendizaje se facilita enormemente.

La motivación del alumno/jugador

Lo primero sería conocer los factores por los que el jugador afronta la tarea con más o menos interés y esfuerzo.

  • El significado que para ellos supone conseguir aprender lo que se les propone. La significatividad de la tarea, es por tanto, factor clave.

  • Las posibilidades que consideran que tienen para superar las dificultades que conlleva el lograr los aprendizajes propuestos. En la iniciación al baloncesto este es un factor fundamental.

  • El costo, en términos de tiempo y esfuerzo, que presente la tarea, aún después de considerar su aptitud para lograr alcanzar el aprendizaje deseado.

Pero, ¿qué les mueve a los alumnos/jugadores a querer aprender?

Aprender significa incrementar sus capacidades, haciéndolo más competente y, haciéndolo disfrutar con el uso de las mismas. Aprender algo que les haga mejorar, es intrínsecamente motivador para ellos; siendo capaces de trabajar ensimismados un mismo gesto técnico, superando el aburrimiento y buscando por sí mismo solución a los problemas que se le presenten.

Su implicación dependerá de la percepción de utilidad que le de al aprendizaje. Los jugadores pretenden aprender cosas útiles; si ellos no la consideran así, pierden el interés y disminuye el esfuerzo. Es por ello que si la utilidad del aprendizaje propuesto no tiene para ellos valor intrínseco, debemos aumentar el mismo mostrando como esta tarea nos posibilitará la consecución mas delante de otras más complejas (e intrínsecamente motivadoras para los jugadores). Por ejemplo: de las salidas sin balón al “látigo” de Bodiroga.

En muchas ocasiones, el esfuerzo y el aprendizaje, pueden percibirse como útiles o inútiles dependiendo de incentivos externos; en nuestro caso, de las recompensas sociales. La simple aprobación social que pueda ejercer el entrenador; o la admiración del resto de compañeros por ser capaz de ejecutar correctamente determinada tarea, le proporciona tanto o más recompensa que el propio interés intrínseco de la tarea.

La enseñanza del baloncesto no se realiza de forma impersonal, sino en un contexto social en el que las relaciones con el entrenador y con el resto de compañeros, puede afectar al grado de aceptación. Los jugadores necesitan sentirse aceptados tanto más, la motivación de afiliación al equipo es muy fuerte. Cuánto más alta sea esta motivación de afiliación, más alta será la motivación por aprender y mejorar, para sentirse partícipe de todo lo que suceda con el grupo. Por tanto, es esencial, crear una imagen positiva del grupo como identidad propia.

En infinidad de ocasiones hemos observado que durante el desarrollo de una tarea, nuestros jugadores van perdiendo atención, comienzan a distraerse y el ritmo de ejecución cada vez es menor. ¿A qué se debe esta desmotivación?

Los jugadores se desmotivan si no saben cómo ejecutar la tarea. Las personas ante una situación problema, no abandonamos automáticamente la tarea, sino que inicialmente intentamos buscar soluciones. Si la dificultad no disminuye, se desiste en hacer nuevos intentos por mejorar la respuesta. Ante esta reacción, como entrenadores debemos ofrecerles herramientas para que puedan ir mejorando sus respuestas motrices y no se llegue a la frustración y, con ello al abandono. Los métodos de búsqueda son por tanto una herramienta muy útil para ir progresando poco a poco y, para individualizar la enseñanza.

Variedad. El hecho de tener que repetir de forma regular una misma tarea con el objetivo “oculto” de mejorar un determinado contenido, puede llevar a percibir la actividad como una obligación pesada y aburrida. En cambio, plantear actividades en no rutinarias que impliquen la posibilidad de hacerlas bien o mal, puede dar lugar a la percepción de la tarea como reto, aumentando la motivación a realizarla correctamente. Claro ejemplo de esta respuesta, se observa en las rutinarias “entradas a canasta” en las que si no se modifica la situación, nos lleva a un rito obligado.

La autorregulación, entendida como la valoración que el sujeto va realizando de la distancia que le separa de la meta y de su capacidad para alcanzarla. Esto genera emociones que puede influir en el proceso de aprendizaje.

Que la consecución de la meta interese personalmente al jugador, provoca un interés por el aprendizaje en cuestión. Ejemplo que ilustra esta cuestión:

Caso de un jugador A que lleva dos años de experiencia en un equipo de baloncesto. A mitad de temporada llega un nuevo jugador con muchas aptitudes físicas pero sin experiencia previa en baloncesto; al principio lo ve como un rival y ello le motiva a mostrar siempre que él era superior técnicamente, demostrando que podía hacer cosas que el nuevo no podía hacer. Poco a poco el nuevo jugador, era capaz de ir realizando las mismas ejecuciones que el jugador A. Lo que provocó en éste, la motivación necesaria para intentar lograr cotas más altas, ya que para él; es una meta personal seguir siendo el líder del grupo. Eso conduce a que su motivación intrínseca sea muy alta, y a pesar de la dificultad del posible aprendizaje, le es rentable.

Desde los 10 años, muchos niños piensan que la facilidad con que se aprende o realiza algo es una especie de don con el que se nace. Y el que no lo tiene, no lo tiene. Si se esfuerzan y fracasan, lo único que pueden concluir es que no valen.

El resto de niños, piensan que eso no es así. Para ellos, esforzarse no supone una amenaza y, si fracasan lo ven como algo más inherente al proceso de aprendizaje.

Estos modos de pensar no surgen de la nada, por lo que es posible conseguir que los jugadores lo vean de uno u otro modo

A modo de síntesis enumero a continuación una serie de recomendaciones que hace Pintor (1987) para conseguir motivación en niños durante la iniciación deportiva al baloncesto:

· Todas las actividades se deben desarrollar en forma de juegos.

· Dejar que los niños actúen, que practiquen por sí mismos. Promover estilos de enseñanza de búsqueda.

· Diseñar juegos realizables pero que supongan un reto. Tener en cuenta la zona de desarrollo próximo de cada niño e individualizar la enseñanza.

· Realizar situaciones que supongan cierto riesgo y azar.

· Organizar competiciones de diferentes tipos. La competición como medio educativo y motivacional.

· Animar constantemente, ser dinámico y activo. Evolucionar por todo el terreno dando información en tono positivo a todos los niños.

· Saber escuchar a los jugadores. El niño como sujeto activo de su propio aprendizaje.

· Despertar la curiosidad con material nuevo, preguntas o situaciones problema. No caer en la rutina y sobre todo, implicar cognoscitivamente al jugador.

· Crear un clima positivo.