CÓMO OPTIMIZAR Y APROVECHAR MEJOR LOS VALORES DEL MINIBÁSKET Parte I


Sr. Juan Carlos Mitjana - Barcelona

(Árbitro EUROLEAGUE, ACB, Entrenador Superior, Director Técnico del Comité y Escuela de Árbitros de la FCBQ)


Los niños que juegan al Minibásquet no solamente se inician en la práctica deportiva, sino también en una vía educativa complementaria a la escolar y familiar. Los reglamentos y técnicas de juego deben por ello respetar una serie de principios pedagógicos, didácticos, psicológicos y metodológicos que garanticen el proceso de formación integral del individuo.

La introducción de buenos hábitos de salud e higiene, de comportamiento, de comunicación etc., además de los aspectos técnicos propios de la especialidad deportiva, nos ha de servir para promover y generar actitudes positivas. Ese debe ser el objetivo de toda la familia del Minibásquet: técnicos educadores, responsables de clubes, árbitros y padres. Estos últimos tienen un papel más importante del que a priori pueden pensar.

Se está hablando mucho (demasiado) de que el mayor problema del Minibásquet son los padres. Esto ocurre no sólo en España, sino en otros países que normalmente visito varias veces al año: Israel, Grecia, Italia, Francia,…etc. ¿Será casualidad?

Toda la familia del baloncesto se queja de su comportamiento, incluso los propios niños. En una carta abierta de un grupo de ellos del Colegio Llor de Sant Boi (cuna de Pau Gasol), decían a los padres: “Que suerte tienen aquellos equipos en los que los padres y madres quedan para comer, para salir,… después del partido”. Estas palabras llevan implícitos muchos mensajes que están incluidos en el apartado de reflexiones a los padres.

Todos los que rodeamos al niño, de una u otra manera, debemos construir un cuadro de referencia que le permita crecer y evolucionar como ser humano y deportista.

Desde su origen como juego inventado y desarrollado en el entorno escolar, el Minibásquet se ha ido adaptando a las nuevas situaciones que el juego iba presentando. Ahora, además de introducir cambios en el reglamento referentes a aspectos de tiempo de juego, valor de la canasta, resultado por periodos etc., se está estudiando, por primera vez, cómo introducir el papel de los padres.


Sin duda el comportamiento de los padres en esta categoría crea en ciertos casos verdaderas disfunciones en el proceso de adquisición de valores sociales como:

- El equilibrio social y emocional.

- La capacidad de dirigir, de aprender en equipo

- El sentido de la realidad, el respeto a las reglas y a la autoridad

- El sentido del civismo, de la igualdad y del respeto a la diversidad

- El espíritu de colaboración y superación

- Saber qué significa la deportividad

- El entender la responsabilidad de sus actos frente a sus derechos y deberes,…etc.

Sólo si toda la familia del Minibásquet, empezando por los padres, aplica estos valores y los demuestra con sus actos, serán capaces los niños de asimilarlos.

La línea deseada de educación y comportamiento de los niños por parte de los padres no debe cambiar por tratarse de una práctica deportiva. Es justo apoyarse en ella, como herramienta válida, para conseguir los objetivos antes mencionados. Toda actividad familiar, social, deportiva, etc…, debe servir para apoyar y reafirmar valores.

Dado que los niños no pueden sancionar a los padres, ni los equipos pueden ser castigados por dicho comportamiento, una de las ideas es que los árbitros, después del partido, puedan valorar el de los aficionados (padres en el mejor de los casos). En caso de sumar a lo largo de la temporada varias valoraciones negativas, el club e incluso el equipo podrían ser sancionados: no tener la posibilidad de poder ir a torneos amistosos, no poder aspirar a jugar las finales de su categoría, o una limitación a la hora de recibir ayudas el club por parte de la federación.

Desde los diferentes estamentos deportivos, públicos y privados, se habla demasiado de esta problemática. Se filosofa mucho pero se ponen pocas medidas en práctica. Dada la dimensión del problema, y la escasez de medidas adoptadas, debemos actuar y atacar el problema de base para evitar un mal, que en la mayoría de los casos, podría llegar a ser irreparable.