Por Carlos Pampanini
Desde hace más de diez años que trabajo para el Comité Sudamericano de Minibásquetbol y el Comité Argentino de Minibásquetbol de la Confederación Argentina de Básquetbol como instructor. He dictado cursos de capacitación en casi toda América y en casi todo mi país.-
En todos estos años, al hablar del Minibásquetbol siempre aparece la misma pregunta:
¿Deberían los niños hacer un Minibásquetbol competitivo?
Y esta pregunta me la han hecho estudiantes, entrenadores, dirigente y padres. No importa el lugar dónde estoy, la pregunta vuelve y vuelve.-
Mi respuesta ha ido variando a través de los años. Cuando comencé como monitor de Minibásquetbol a los dieciséis años, la respuesta era “si, debe ser competitivo” (¡la inexperiencia de la juventud!).-
Unos años después, a medida que me fui capacitando a través del estudio y la experiencia mi opinión fue cambiando. Luego de pensar bastante en el tema y de responder a esta pregunta cientos de veces, me queda una reflexión:
¿Qué nos pasa a los adultos?
¿Es que acaso nos resulta tan difícil comprender que el niño necesita crecer sano física y mentalmente? ¿Qué no necesita que le traslademos nuestras frustraciones, nuestra necesidad de acrecentar nuestra propia autoestima, nuestra “imperiosa obligación” de escalar posiciones sociales de cualquier tipo a costa de cualquier cosa?
El niño, querido amigo, necesita crecer sano y feliz.-
En este mundo tan difícil, dónde las carencias económicas, sociales y afectivas están a la orden del día, la niñez, ese preciado tesoro, ese hombre del futuro, se está formando.-
Depende de nosotros, los adultos, padres dirigentes y maestros, saber ayudarlo a crecer.
Sus necesidades, a veces, no son compatibles con nuestro “marketing”.-
El niño necesita del juego tanto como del estudio y del afecto. No necesita la frustración de una derrota que los adultos no sabemos cómo sobrellevar, pero tampoco necesita de un triunfo sobredimensionado.-
El niño necesita jugar, simplemente jugar, y a través de ese juego aprender. Aprender el lenguaje de su cuerpo, aprender a ser compañero, a compartir, a ganar y a perder...
Dentro de estos cánones la competencia no es mala, de hecho, el niño desde que sale del vientre de la madre está compitiendo. Competir adecuando las circunstancias a las necesidades y posibilidades del niño no es malo.-
Todo este proceso el niño debería asumirlo con naturalidad, como algo más dentro de su vida, algo lindo, algo útil, algo que forma parte del juego.-
A edades tempranas el niño no está preparado emocionalmente para recibir las presiones de los adultos. Su autoestima va de la mano de la opinión que sobre él vertimos los adultos, su entorno, los personajes que influimos sobre él. El ganar o perder forma parte de su vida, pero no debe determinarla a tal grado que lo condicione.-
Han pasado los años y he cambiado la pregunta:
¿Deberíamos los adultos hacer Minibasquet competitivo?
La respuesta es “no”, porque somos los adultos los que no sabemos, en muchos casos, poner los límites necesarios a esa competencia, tornándola estresante, desgarradora, imbécil.-
¡¡Dejemos a los niños crecer!!
NUESTRA FILOSOFIA DEL MINIBASQUETBOL
Cuando hablamos de minibasquetbol, no hablamos exactamente de basquetbol, sino que estamos haciendo alusión a un juego que ha sido creado para que las niñas no importando su talento o capacidad se diviertan aprendiendo los fundamentos básicos del deporte. La intensión es que sea masivo y no selectivo, (como creemos es en este momento) ya que de esta manera solo jugarían los de mayor aptitud. Los adultos (entrenadores, dirigentes y padres) tendríamos que poner nuestro mayor esfuerzo en tratar de que la mayor cantidad de chicas practiquen este juego, fomentándolo en plazas, escuelas, clubes, etc. Tenemos que comprender que en el mini el ganar no es el objetivo principal, sino que ganar es una consecuencia del progreso individual y colectivo de nuestras nenas que se da a partir del aprendizaje de hábitos deportivos y sociales durante un periodo determinado de tiempo.
Consideramos que el minibasquet es un medio para desarrollar no solo habilidades deportivas, sino también valores que permitan la formación y educación de la niña a través del deporte.
Los entrenadores debemos trabajar con visión de futuro, educarlas basquetbolisticamente, teniendo bien presente que la finalidad no es formar campeonas, sino de progresar de forma individual y de conjunto en función de las propias posibilidades de cada una de las nenas, adquiriendo buenos hábitos de conducta que se mantendrán durante toda la vida.
El mini basquet es el comienzo de un proceso de aprendizaje, es el jardín de infantes deportivo de la niña, por lo tanto debemos enseñar a crear, compartir, divertirse y jugar.
Crear, dando libertades a la niña para que sola encuentre los caminos que ella crea más convenientes, sin recibir ayuda de una compañera. Compartir todos los elementos que se utilizan pero por sobre todas las cosas el más importante, la pelota. Divertirse y jugar. Ese es el método para lograr lo más importante que queremos, que la niña se comprometa con la actividad, que ame lo que hace de esa forma vamos a asegurarnos que llegue hasta el final de la recta, divirtiéndose y jugando seguramente lo lograremos.