Adaptación y extracto de "El hombre sólo es verdaderamente humano cuando juega" del libro Elogio de la disciplina. BERNHARD BUEB
<< El deporte despierta las fuerzas creadoras, agudiza los sentidos y la mente, modela el carácter y educa la responsabilidad; enseña a enfrentarse a la victoria y a la derrota y a la frustración, y también enseña la necesidad de autoridad; exige la máxima seriedad y confiere la más placentera despreocupación; ejercita la disciplina y la colaboración, despierta el sentido del orden, familiariza a los más jóvenes con el poder de la casualidad, proporciona un tiempo de relajación mental y libera. Sólo a través de la actividad lúdica un joven es capaz de experimentar la acción recíproca de la fortuna en su doble faceta, tener suerte y ser feliz.>>
El chico era un adolescente un tanto errático.
No daba golpe en el colegio, no tenía más que pájaros en la cabeza y de minutos se convertía en un jugador activo ágil y de táctica parecía estar aletargado en todo lo que nos importaba a los maestros. Pero una vez a la semana, en el partido de baloncesto, en cuestión a inteligente, que hacía honor a su equipo y que en numerosos campeonatos le ayudó a conseguir la victoria.
Durante el juego sus facultades ocultas se dejaban ver una y otra vez:
la arrolladora pasión, el espíritu de equipo, la capacidad de actuar con sentido táctico y estratégico, la atención a las fortalezas y debilidades de los jugadores, la disciplina, la resistencia, el juego limpio y la ambición. Quería mantener una buena forma física para el deporte y se comportaba, al menos en este aspecto, de una manera inusual para un joven de 16 años. No fumaba ni consumía bebidas alcohólica.
Poder ver jugar a los adolescentes compitiendo en una actividad lúdica es una de las experiencias más placenteras de la profesión de maestro, pues durante el juego pueden llegar a conocer y a apreciar a los alumnos fuera de las aulas.
El esparcimiento despierta las fuerzas creadoras, agudiza los sentidos y la mente, modela el carácter y educa la responsabilidad; enseña a enfrentarse a la victoria y a la derrota y a la frustración, y también enseña la necesidad de autoridad; exige la máxima seriedad y confiere la más placentera despreocupación; ejercita la disciplina y la la colaboración, despierta el sentido del orden, familiariza a los más jóvenes con el poder de la casualidad, proporciona un tiempo de relajación mental y libera, puesto que no es útil para ningún propósito externo. Sólo a través de la actividad lúdica un niño es capaz de experimentar la acción recíproca de la fortuna en su doble faceta, tener suerte y ser feliz.
Por esta razón los padres harán bien en convertir el recreo en el vehículo central de una educación consciente, ya que acompaña el desarrollo de una persona en el momento en que deben desplegarse sus talentos.
Adaptación y extracto de "El hombre sólo es verdaderamente humano cuando juega" del libro
Elogio de la disciplina. BERNHARD BUEB. 2007 Ediciones Ceac. Barcelona. España