Os dejo una serie de prácticas que Colom y Froufe, nos señalan como claves a la hora de integrar el ámbito educativo el plano emocional de nuestros alumnos/jugadores:
1. Identificar las propias sensaciones: preguntarse «¿cómo me siento?», responder comenzando las frases por «me siento...», y etiquetar a las propias sensaciones, no a los jugadores o a las situaciones.
2. Ser responsable: no culpar a los jugadores de las sensaciones propias. Hay poco tiempo entre los estímulos y las respuestas, de modo que ser capaz de tomar decisiones sabias en ese reducido período de tiempo constituye una de las claves de una gestión inteligente de las emociones.
3. Usar la propia penetración emocional para aprender sobre uno mismo. Las sensaciones negativas indican que no se ha logrado satisfacer determinadas necesidades emocionales. Si el entrenador siente que no se le respeta, que no se le obecede, o que la situación se le ha ido de las manos, entonces necesitará sentirse respetado, obedecido, y con la situación bajo control. Ahora bien, los alumnos no va a entrenar para satisfacer las necesidades del entrenador, sino que es el entrenador quien está allí para satisfacer las necesidades de sus jugadores. Por tanto, el entrenador debe intentar satisfacer sus necesidades no constructivas en otro lugar o dejarlas correr.
4. Procurar ampliar los márgenes de lo aceptable. Cuando el entrenador se siente bien consigo mismo, está más dispuesto a aceptar, tolerar, ser paciente, comprensivo y pronosticable. Ello favorece que los jugadores. Algo que el entrenador no debería olvidar nunca es que las emociones son contagiosas; es como el amor, que no se busca ni se encuentra, sino que se contrae.
5. Una de las tareas más trascendentales del entrenador consiste en ayudar a sus jugadores a etiquetar sus emociones. Debería enseñarles un vocabulario amplio de palabras con connotaciones emocionales, a expresar sus propias emociones, y a hablar de ellas abiertamente. Conocimiento de las emociones para poder controlar las emociones.
6. También debería ofrecerles posibilidades reales de elección, dando crédito a sus decisiones y pidiéndoles respetuosamente que le ayuden a satisfacer sus necesidades, si ello resulta posible y pertinente en el contexto del entrenamiento.
7. Respetar las emociones de sus jugadores es algo que el jugador debe cuidar especialmente, preguntándoles abiertamente por ellas. También debería esforzarse por validarlas, aceptarlas, comprenderlas, mostrar empatía, cuidar y
preocuparse por ellas.
8. El entrenador debe potenciar que los jugadores se pregunten activamente cómo se sienten y qué podría ayudar a mejorar.
9. Naturalmente, enseñarles a resolver sus propios problemas a través de la empatía y el respeto mutuo, resulta crucial.
10. Finalmente, el profesor podría evitar términos como «deberías», así como etiquetas subjetivas tales como «bueno/malo» o «cordial/bruto».
11. Estos diez componentes se podrían resumir en una regla básica para el desarrollo de la inteligencia
emocional: el respeto mutuo por las sensaciones de los demás. Ello supone necesariamente saber cómo nos sentimos y ser capaces de comunicar abiertamente nuestras sensaciones.
Os recomiendo la lectura de: FROUFE, M. y COLOM, R. (1999): «Inteligencia racional vs. inteligencia emocional. Una nueva polémica en la psicología de las competencias». Cuadernos de pedagogía.