Esta semana he tenido al fortuna de poder debatir este tema con un amigo, quien este año se está aplicando a sí mismo contar hasta 110 antes de hablar y, en especial como él dice “a doctorarse en inteligencia emocional”.
Seguro que en muchas ocasiones os habéis planteado como yo las siguientes cuestiones que a priori no son sencillas de responder:
¿Por qué no siempre el entrenador más inteligente y/o formado termina siendo el más exitoso?
¿Por qué unos son más capaces que otros para enfrentar contratiempos, superar obstáculos y ver las dificultades bajo una óptica distinta?¿Serán Pepu y Guardiola los gurus introductores de esta corriente en el deporte?
Intentaremos volcar algunas soluciones a estas cuestiones y, sobre todo ofrecer una breve visión acerca del concepto de inteligencia emocional.
La inteligencia emocional nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo, acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social, que nos brindará mayores posibilidades de desarrollo personal.
¿No consideráis que son competencias positivas para un entrenador?
Ciertas aptitudes son en exclusivamente cognitivas, tales como el razonamiento analítico o la experiencia técnica; pero existen otras que Goleman denomina competencias emocionales, las cuales combinan el pensamiento y la emoción.
Goleman señala que las una competencia emocional es una capacidad adquirida basada en la inteligencia emocional que da lugar a un desempeño laboral sobresaliente.
Las capacidades de la inteligencia emocional son:
Independencia: cada individuo aporta una contribución única al desempeño de su trabajo.
Interdependencia: cada individuo depende en cierta medida de los demás con los que se halla unido por interacciones muy poderosas.
Jerarquización: las capacidades de la inteligencia emocional se refuerzan mutuamente.
Necesidad pero no suficiencia: Poseer una inteligencia emocional subyacente no garantiza que la gente acabe desarrollando o ejerciendo las competencias asociadas con ella.
Genéricas: La línea general resulta, hasta cierto punto , aplicable a todos los trabajos, pero cada profesión o desempeño exige competencias diferentes.