MI EXPERIENCIA
A través de estos escritos,
que aparecerán en el blog de mi buen amigo Carlos, solo pretendo hacer un
pequeño recorrido a través de los 24 años que le he dedicado al mundo del
deporte en las especialidades de Atletismo y Baloncesto.
Se tratan de opiniones
personales basadas en charlas con amigos, con jugadores, con entrenadores, con
directivos, con padres. No es la panacea de la psicología ni de la metodología
del entrenamiento, ya que no soy psicólogo y fui un pésimo entrenador. Pero si con
estas pequeñas exposiciones podemos crear un punto de partida o incluso de
discrepancia, por qué no, que nos ayude a pensar dónde estamos y hacia dónde
queremos encaminar nuestros pasos.
Empezar a entrenar con miedo
siempre nos lleva a ser miedosos el resto de la vida. Aunque creamos que
evolucionaremos con el paso del tiempo, lo cierto es que un buen día llegan
aquellos fantasmas del terror a tu mente. El mayor miedo que tiene un
entrenador es la derrota. Y creo que ese no debe ser el mayor temor. La única
duda que debe acompañarnos durante toda nuestra vida es el de no hacer bien
nuestro trabajo. Pero para llegar a ese punto debemos saber cuál es el trabajo
que pretendemos realizar. Sé valiente en tu trabajo. No dudes porque si lo
haces, acabarás transmitiendo tus dudas.
En distintas charlas con
colegas de afición siempre tuve y mantengo una verdad absoluta. Si cogemos a un
crío de 10 o 12 años y lo exprimimos al máximo, apenas tenga unas mínimas
cualidades, haremos de él un campeón. Pero tendremos un campeón a corto plazo.
A la vuelta de un par de años o tres, tendremos un juguete roto. Una persona a
la que le inculcamos solo el espíritu de la victoria, sin olvidar que para
llegar arriba es mejor subir escalón a escalón que no hacerlo de una vez y con
un gran salto. Piensa siempre que un crío no es un adulto de menor tamaño, es
una persona que necesita seguir creciendo. No apliques a los niños el
entrenamiento de un adulto con menores repeticiones, porque estarás aplicando
cargas equivocadas en períodos equivocados y sin los descansos necesarios.
La próxima semana, un poco
más.