La influencia de la metodología aplicada en la iniciación al minibásquetbol, en la efectividad del jugador. Parte IV


* Del juego - deporte del minibásquet al deporte del baloncesto:

El “juego” es una actividad individualista, egocéntrica, y tiene la función de revelar al sujeto el conocimiento de su propio cuerpo y de llevarle a dominar los instrumentos (en nuestro caso, el balón). A través del juego se tienen las primeras experiencias, se conocen los instrumentos (balón), el espacio operativo (terreno de juego), se conoce y se acepta a los compañeros de equipo. El juego, actividad primaria del niño, asume formas diversas según la edad. Cuando el sujeto toma posesión del instrumento (el dominio) se pasa del juego espontáneo al juego de reglas que se instaura en el momento de la adquisición de la sociabilidad por parte del niño. La plena aceptación de la presencia de otros individuos en el mundo egocéntrico del juego, lleva de hecho a la elaboración de reglas y normas que limitan la libertad extrínseca en el comportamiento lúdico del niño. El juego de reglas señala el momento en que la pura satisfacción viene limitada por la realidad exterior, constriñendo así al niño a un compromiso entre exigencias internas y externas. Este estadio representa el fin del juego en cuanto tal, englobando e integrando en sí mismo, todas las formas precedentes.

A tal fin, las reglas del minibásquet deben ser presentadas escalonadamente, primero en forma simple, después en forma siempre más compleja y, sucesivamente, combinada entre ambos, todo para que el juego venga comprendido en su entera dimensión y lógica.

En el minibásquet, las dos primeras reglas que presentamos son el dribbling y el tiro. Cada niño tendrá “su balón” a disposición. Esta situación egocéntrica vendrá exaltada proponiéndole muchos ejercicios - juegos de dribbling, tiro, y combinación de ambos.

Del juego de reglas al juego - deporte el paso es brevísimo. El proceso de paso de una situación individual y egoísta a una situación colectiva debe llegar gradualmente según se determinó al principio, teniendo en cuenta las exigencias del niño. En el juego - deporte colectivo se tiene necesidad del otro, del compañero, y por ello en el minibásquet vendrá presentada la tercera regla, o sea, el pase. Pero no se partirá, al principio, de un balón por pareja, sino aún de un balón por niño, con ejercicios - juegos de intercambios de balones, en una relación de plena confianza. Se llegará así a un balón por pareja (luego cada tres, cada cuatro y cada cinco chicos) primero en ejercicios - juego sin movimiento, luego con desplazamientos, haciendo vivir al niño todas las situaciones intermedias de modo intenso, real y concreto, haciéndole además comprender los matices y contrastes de las diversas situaciones - problemas que, de vez en vez, le vienen presentados. Lo mismo vale para la cuarta regla del minibásquet, la defensa.

Se iniciará también con un balón por niño, que deberá defenderlo (por tanto, conocimiento y defensa del propio cuerpo y del balón) y si lo pierde intentará recuperarlo y, si no lo consiguiera, deberá defender su canasta.

En el niño, en el joven, la competencia debe seguir siendo un juego. Una verdadera actividad agonística, competitiva, corresponde a la necesidad de afirmación, de confrontación, de medida de la capacidad propia. El minibásquet, en nuestro caso, no debe ser concurrencia o antagonismo colectivo, debe ser juego de competición cooperativa que une a los miembros de un equipo y desarrolla el sentido de pertenencia a un grupo. Las situaciones creadas por los juegos de la primera regla y por los juegos - deporte sucesivos son favorables al comportamiento social, mejoran la organización y cooperación. Es importante, en este período, no obligar al muchacho a practicar un solo juego - deporte. Sería bueno dejarle probar otros de modo que, tras haber cumplido su visión del horizonte deportivo pueda elegir el juego - deporte que más le interese, le atraiga y responda a sus motivaciones. Y tanto mejor será el instructor de minibásquet cuantos más niños continúen jugando al baloncesto tras conocer otros deportes.

El chico está a menudo influido por los deportes del adulto y tiende a imitarlo por identificación, pero no porque practica la misma actividad objetiva (en nuestro caso, el baloncesto). Es importante, por ello, no hacer corresponder los juegos de reglas de los niños a los deportes colectivos del adulto, transformando los primeros en una iniciación precoz a los segundos: el juego de reglas debe mantener su carácter espontáneo y creativo.

El minibásquet debe mantenerse como tal y no debe ser el baloncesto en miniatura. Podrá transformarse en baloncesto posteriormente. Como al crecer no le bastan los juegos - deporte, el niño irá a la búsqueda de situaciones - problemas cada vez más difíciles y complicadas. Deberemos entonces insertar las reglas técnicas para codificar el juego. Se pasa así del juego - deporte al deporte (en nuestro caso, del minibásquet al baloncesto) que no es ya un juego en sentido formal, sino el momento terminal del juego. Para convertirse en adulto, el niño debe hacer deporte, considerándolo no obstante, como lenguaje alternativo para poder comunicarse consigo mismo y con los otros