Comunicando

Hábitos de comunicación para una organización sostenible. Toral Madariaga.

image La mayoría de las personas tienden a desconfiar de quien no habla claro, porque piensan que tampoco tiene las ideas claras.Y, a la inversa, depositan una confianza excesiva en las explicaciones más simples que se entienden a la primera, sin mayor esfuerzo. Como bien decía Einstein, hay que hablar tan claro como sea posible, pero no más. Hoy, la falta de tiempo hace que se aprecie la sencillez y el estilo directo más que la verborrea de quien se adorna como un pavo real.

La llamada Ley de Millar establece un número mágico de cinco más menos dos informaciones que las personas pueden retener a un tiempo. La secuencia del teléfono de toda la vida estaba en el límite: 4 38 39 29 Agrupado en parejas y merced a su constante repetición, se hacía asequible. Hoy, la longitud de las nuevas numeraciones, la multiplicación de aparatos y los cambios en la numeración ponen a prueba nuestra memoria.

Un buen consejo para no equivocarse consiste en pensar complejo - porque así sabemos que son todas las cosas- y decir sencillo. Y no al revés, que luego nos vamos por las ramas, o estiramos el lenguaje para parecer lo que no es, y ni nos explicamos ni nos entienden.

Es imposible contarlo todo, y además que no hay cuerpo que lo aguante. El papel de un dossier o un archivo electrónico, son más adecuados para dar cuenta de un ejercicio contable con todo lujo de detalles. La acertada elección del enfoque y los temas que dan mayor fiabilidad y ventaja a la organización contribuirán a la difusión del perfil más idóneo para la ocasión.

En medio de una situación tan estresante como un encuentro de
competición, el entrenador debe ser aún más cuidadoso para no dispersar a los deportistas con un fuego cruzado de mensajes. El mensaje ha de ser único, sencillo, bien enfocado, breve y redundante. De acuerdo a los cánones de una buena pieza oral, primero se anticipa algún aspecto especial de lo que les va a
decir, les insiste en su argumento y, por último, les recuerda con algún ejemplo lo que les ha dicho, así como sus consecuencias prácticas.

Recuerde que un buen comienzo es determinante. Tampoco hay que tener miedo a repetir un único mensaje -dicho de distinto modo lógicamente- , por el contrario, la redundancia es positiva en la comunicación oral: hace el mensaje más comprensible, evita la confusión y se recuerda mejor. A mayor concreción, la propuesta se hace más visible. En lugar de repetir hasta la saciedad el concepto de cambio climático, alguien tuvo a bien poner una cara que todo el mundo reconoce a la primera, al expresar que ya no hibernan los osos.También se echó mano de la comparación para contrastar imágenes de los volúmenes de los glaciares de antes y de ahora.


Si de divulgación se trata, conviene evitar palabras técnicas y
conceptos abstractos que complican innecesariamente el seguimiento. No es de recibo hacer una convocatoria de reunión cuyo primer punto se define con un acrónimo que todos desconocen. O una convocatoria cuya disposición y texto parece el mismo de siempre, de manera que nadie se molesta en leerlo. O un cartel sobrecargado de información, sin una idea clara central.