Durante el crecimiento y el desarrollo que una persona sufre a lo largo de su vida, suceden diversos cambios; estos cambios también conocidos como etapas del desarrollo, afectan no sólo al ámbito cotidiano y personal, sino también en el deporte. Cómo entrenadores debemos saber cuáles son estas etapas y sobre todo que incidencia tendrán a la hora de trabajar y educar a nuestros jugadores.
Dichas etapas no influyen únicamente en las competencias motrices del sujeto, sino que incide en aspectos cognitivos, sociales y emocionales. Condicionantes muy a tener en cuenta a la hora de iniciar a un niño en cualquier deporte y máxime en un deporte colectivo de colaboración/oposición como es el baloncesto.
A la hora de planificar el trabajo que vamos a desarrollar durante la temporada o durante un ciclo más largo, debemos tener en cuenta las características físicas y psíquicas por las que pasa el niño, ya que estas van a conllevar una serie de implicaciones metodológicas que no debemos olvidar ni pasar por alto.
Por lo tanto es necesario tener un conocimiento previo de las características evolutivas de nuestros jugadores, para con ello adaptar y optimizar las tareas y el aprendizaje deportivo. Si bien destacar, que esta clasificación corresponde a un desarrollo “normativo”, por lo que podemos encontrarnos con sujetos que presenten cierto retraso, lo que podrá generar mayor torpeza y menor comprensión. Es por ello que además debemos individualizar en la medida de lo posible todo el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Basándonos en autores como Oña, Sampedro y Sáenz-López; podemos destacar estas como las principales características en la etapa benjamín (8 a 10 años).
Características generales
Gracias a su ingreso en la escolaridad obligatoria, el niño poco a poco va superando el egocentrismo, la inestabilidad emocional y el globalismo. Es un período de estabilidad general y hay un evidente salto de calidad con respecto a etapas anteriores.
El alejamiento progresivo del egocentrismo posibilitará que vaya entendiendo la colaboración y el trabajo en equipo.
A nivel emocional son más estables y son mucho mas constante en cuanto a la ejecución de tareas, siendo además mucho más receptivos a escuchar explicaciones. Son mucho menos fantasiosos.
Su capacidad de aprendizaje sigue siendo global, por lo que hasta etapas posteriores (a partir de minibasket) no podemos trabajar de forma analítica.
Su memoria visual está más desarrollada que la auditiva, por lo que les cuesta más retener la información oral que la escrita.
Poco a poco van siendo capaces de comprender las relaciones causas-efecto, por lo que es buen momento para ir iniciándolos en juegos reglamentados.
Son muy flexibles en sus relaciones y muy sociables, por lo que observar a un niño que se aísla por miedo, puede ser indicativo de problemas. Son muy interactivos con sus compañeros.