Sobre códigos de conducta en formación 1 de 2

Asumiendo los principios generales de las reglas de entrenadores de Sandro Gamba, surge esta propuesta adaptada a la iniciación deportiva. 

1. Haz más que decir que eres un entrenador, demuéstralo. 
El verdadero aprendizaje, se produce haciendo algo. Tu visión, valores y objetivos deben corroborarse en los jugadores que entrenas, no en tus palabras. Sugerir que te preocupa la formación del jugador y, en dos meses tener tu "playbook" de situaciones especiales ya diseñado... 



2. Haz más que mandar, acepta las responsabilidades. 
El liderazgo es una de las competencias prioritarias a desarrollar por el entrenador y, que además de escasa presencia en la formación del futuro entrenador, es escasamente valorada por quiénes deben liderar un vestuario. Su complejidad y la necesidad de una ética profesional de peso, son lastres que pocos desean pagar para su desarrollo. Ser "jefe" es fácil, en este país tenemos muchos; ser buen "jefe" es difícil de encontrar, ser líder es como ver un mirlo blanco; ni que decir tiene, que además este sea entrenador de formación.

3. No sacrifiques la lealtad al equipo. Enséñalo a todo el mundo. 
La fidelidad y el honor son valores muy elevados y que no suelen prodigarse todo lo que debiera en la iniciación deportiva. Perder tú por encima del grupo, ir de frente, cumplir tu palabra, primar los objetivos grupales sobre los individuales, vencer el egoísmo, vender la filosofía del juego por el marcador... no hay nada más importante que las personas. 

4. Pon la ciencia del baloncesto en ti mismo. Enséñalo a los demás. 
Si se denominan ciencias del deporte, será por algo. Atrás quedan los aforismos individuales sujetos a axiomas subjetivos y sin más amparo que el análisis de las peripecias personales como "entrenador". La actividad como entrenador requiere la aplicación del proceso científico, su actitud y el uso de estrategias e intervención empleados según principios científicos. Todo ello requiere, actualización permanente como punto básico de partida. 

5. Haz más que buscar el trabajo en equipo. Anímalo con las motivaciones correctas. 
La motivación entendida como la direccionalidad y la intensidad que permite alcanzar los objetivos previstos, la competencia deportiva es una situación típicamente emocional, por lo que los estímulos adicionales que generemos como entrenadores deben favorecer el progreso como deportista. 

6. Haz más que reconocer el talento de un jugador, auméntalo. 
El jugador, incluso con un no entrenador, aprende. Pero, ¿cuánto podría aprender con un buen entrenador? En formación, es tristemente habitual poder observar a jugadores con talentos que no mejoran sus habilidades durante una temporada, más que aquellas que por su naturaleza progresan como respuesta al desarrollo natural del sujeto. ¿Cuál es el valor añadido que generas en tus jugadores?

7. Haz más que buscar la forma física, insiste en ella. 
¡Cuánto daño ha hecho la carrera continua en el baloncesto! Premisa 1. Si no sabes torear... Resulta interesante ver a jugadores con zapatillas de atletismo en septiembre y que no vuelven a tomarse hasta el siguiente curso. Las flexiones, en septiembre y como "castigo" durante el resto de la temporada. 
Analiza las fases sensibles de tus jugadores e incorpora un trabajo a lo largo de todo el año para la mejora y perfeccionamiento de las capacidades del jugador.