¿Castigar sin "play" o sin basket?


A pesar de lo que muchos pudieran pensar, los deportistas y los aficionados al deporte, son, al parecer, gente mucho más intelectual de lo que creemos.

Esto, a juzgar por las conclusiones de un nuevo estudio científico que afirma que hacer deporte -o incluso ser sólo aficionado- mejorar nuestras capacidades cerebrales.

El estudio, llevado a cabo en la Universidad de Chicago, dice que partes del cerebro normalmente involucradas en el la planeación y el control de acciones, son utilizadas al participar en conversaciones deportivas.

Y esto mejora las capacidades cerebrales con un efecto duradero, afirma la investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences, PNAS (Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos).

Según los autores, estos resultados revelan que el cerebro adulto puede ser más flexible que lo que previamente pensábamos.

"El estudio demuestra que las actividades no relacionadas con el lenguaje, como ver o jugar un deporte, mejora la capacidad de entendimiento" afirma Sian Beilock, quien dirigió el estudio.

"Esto ocurre porque las áreas del cerebro normalmente utilizadas para llevar a cabo una acción, se involucran de forma muy activa en el entendimiento del lenguaje", agrega.

Entendimiento

En el estudio participaron jugadores de hockey, aficionados y gente que nunca había visto o jugado el deporte.

Los científicos llevaron a cabo una serie de experimentos en los que los participantes debían escuchar conversaciones sobre el juego.

También escucharon conversaciones sobre actividades simples diarias, como tocar una puerta o barrer el piso.

Los investigadores llevaron a cabo escáneres cerebrales de los participantes utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (MRI), lo que les permitió inferir las áreas del cerebro más activas mientras escuchaban las conversaciones.

Posteriormente los participantes llevaron a cabo una serie de pruebas diseñadas para medir la comprensión de estas conversaciones.

Como se esperaba, la mayoría entendió el lenguaje de las actividades diarias, pero los jugadores de hockey y los aficionados tuvieron mejores resultados en el entendimiento del lenguaje relacionado a este deporte.

Los escáneres cerebrales mostraron que cuando los jugadores y aficionados de hockey escucharon el lenguaje del deporte, mostraron actividad en la región del cerebro asociada a la planeación y selección de acciones físicas bien aprendidas.

El aumento en la actividad en estas regiones motoras del cerebro, dicen los autores, ayuda a los jugadores y aficionados a entender mejor el lenguaje del deporte.

Y el efecto, tal como dice Sian Beilock, parece ser a largo plazo.

"La experiencia de jugar y ver un deporte tiene efectos duraderos en el entendimiento porque al incorporar las áreas motoras del cerebro logra transformar las redes neurales encargadas de la comprensión", afirma la investigadora.

Los expertos afirman que el estudio podría tener implicaciones en el aprendizaje ya que demuestra al comprometerse con una actividad, una persona puede mejorar sus capacidades de entendimiento del lenguaje.

La influencia de la metodología aplicada en la iniciación al minibásquetbol, en la efectividad del jugador. ParteV


La metodología y progresión didáctica de la enseñanza en nuestra propuesta al baloncesto de iniciación:

Teniendo presente lo dicho hasta ahora, son tres las preguntas que se hace un sujeto al principio, ante un juego de movimiento (minibásquet o baloncesto):

- ¿Qué es?.

- ¿Por qué se hace?.

- ¿Cómo se hace?.

El instructor - entrenador, a tal fin, debe ser muy claro, especialmente al principio, respondiendo a lo que es un determinado ejercicio o un determinado movimiento. Después, debe ofrecer al niño la posibilidad de experimentar por sí mismo el por qué y cuándo lo debe realizar, dejándole ejercitar la propia creatividad. Finalmente, debe dar, al principio, pocas pero concisas sugerencias sobre cómo realizar el ejercicio o el gesto (sugerencias que se incrementarán con el paso del tiempo), dando así limitada importancia a la perfección inicial del gesto, para evitar meterse rápidamente en el tecnicismo, apto para satisfacer a los más dotados y que lleva a una selección precoz, fenómeno que deberá ser absolutamente ajeno al minibásquet.

Es importante, en tal sentido, localizar el interés y la finalidad de cada ejercicio - juego y de los consejos que se hacen a los chicos durante la ejecución. Todo esto constituye la verdadera guía para saber cuánto se puede pretender de los chicos (dar en la medida en que un individuo está en disposición de recibir).

Al inicio, los ejercicios y los gestos deben ser simples, después cada vez aumentarán en dificultad y las combinaciones y las reglas se harán más complejas (se recomienda sobre este aspecto consultar el libro “Baloncesto Formativo” –3, 4-).

Sobre estas premisas se ha elaborado una metodología de la enseñanza básica que encuentra sus raíces en el cumplimiento de los siguientes principios fundamentales (esta metodología variará con el paso del tiempo):

- Vivencias de situaciones - juego con la aplicación de algunos fundamentos.

- Explicación y demostración contemporáneas por parte del instructor - entrenador: el entrenador demuestra y propone caminos de solución, que deben ser resueltos por el niño.

- Experiencia creativo - práctica por parte del sujeto, creatividad del chico sobre la base de cuanto ha visto, y no búsqueda de la perfección del gesto a través de la continua repetición del mismo.

- Experiencia práctica del individuo solicitada de una situación de confrontación competitiva: driles, ejercicios - juego, formas jugadas, situaciones - problema, etc.

La pedagogía en la progresión didáctica que recomendamos para la aplicación de esta metodología en las edades de iniciación al baloncesto (7 - 8 a 11 - 12 años), es la siguiente:

a) Trabajar al principio al nivel de aprendizaje motórico, de esquema motor y esquema corpóreo. Ejercicios - juego con balón, insistiendo particularmente en aquellos de percepción del cuerpo y lateralidad, de estructuración espacio - temporal, de coordinación general y segmentaria, de educación postural y de educación respiratoria. Estos ejercicios - juego, de simples (6 a 8 años) pasarán a ser complejos (9 a 12 años) y siempre con mayor coeficiente de dificultad.

b) Enseñar de vez en vez y separadamente las cuatro reglas del minibásquet propuestas, y combinarlas entre ellas, usando ejercicios - juego que, fáciles al principio, se vayan complicando, según el grado de aprendizaje de los chicos. Los fundamentos vienen enmascarados y enseñados bajo la forma de juego. Las reglas y las combinaciones se enseñan del siguiente modo:

1. “No se puede caminar ni correr con el balón en la mano, por tanto hay que botarlo en el suelo”, dribbling. Se enseñarán varias formas de realizar el bote en situaciones siempre diferentes usando, al principio, un lenguaje accesible a los niños. Después, los ejercicios - juego se irán complicando, haciéndolos más interesantes y estimulantes. Deben presentarse las diversas situaciones de juego primero parados y, luego, en movimiento.

2. “Para ganar hay que encestar la pelota en la canasta adversaria más veces que el rival, de forma que es preciso tirar”, lanzamiento. Al principio decir sólo que suelten las manos y miren la parte del cesto más cercana. Es importante presentar, al principio, varios modos de lanzar en situaciones siempre distintas (a dos manos, a una mano) bajo forma de competición por puntos. Tras el tiro a dos manos y una mano, se presentará el tiro en suspensión, la entrada en bandeja y los tiros especializados. La precisión del tiro es una fase sucesiva, como la corrección. Lo importante al principio es aconsejar, incitar, estimular. (Sobre este tema ver: “La relación entre los medios, la metodología y la efectividad”, de Esper Di Cesare, 2000).

3. “Para ir a la canasta, primero hay que driblar”. Demostrar al niño, mediante situaciones combinadas de bote y lanzamiento que es más simple tirar desde debajo de la canasta que desde lejos y, por tanto, aproximarse es importante, por lo que debe botar buscando buen sitio. Las conclusiones de tiro se presentarán en formas diferentes y la destreza aumentará con la mejora de las funciones motoras.

4. “No se puede jugar sólo contra todos, hay que colaborar con los compañeros de equipo y, por tanto, hay que pasar el balón”. Pase. Iniciar la didáctica del pase partiendo aún de situaciones individuales de un balón por niño (como en el bote y en el lanzamiento) para pasar después a la situación de un balón cada pareja, hasta un balón cada cinco. Los ejercicios - juego son de intercambio de balón propio con un compañero en situaciones siempre nuevas y distintas, primero parados, luego en movimiento. Los consejos a dar al principio son de extender bien los brazos y hacer ver dónde se quiere recibir el balón. Es importante mostrar varios modos de pase (a dos manos desde el pecho, a dos manos sobre la cabeza, a dos manos picado, etc.). Siempre bajo la forma de competición estimulando la creatividad de ejecución. Sucesivamente es oportuno, presentar todos los demás modos de pase con una mano (lateral, lateral picado, béisbol, etc.).

5. “Se puede ir hacia la canasta botando o pasando el balón”. Bote, pase y lanzamiento. Es importante variar continuamente la temática de trabajo (ejercicios - juego diferentes) y presentarla, al principio, bajo la forma de competencia y juego.

6. “Para vencer hay que lograr que el contrario haga pocos encestes, así que es preciso defender”. Defensa. Para hacer comprender mejor el concepto de defensa es importante partir de una situación de posesión del balón. Como en el dribbling y el pase se comienza con un balón por niño, enseñando a defender la posesión de la pelota (percepción y defensa del cuerpo), a intentar recuperarla si se pierde y, si no se puede recuperar, a defender la canasta propia. Por ello, se empezará con el 1 versus 1, primero parados y luego en movimiento, comenzando en todo el campo y, luego, en situaciones de espacio restringido. Los juegos propuestos serán muy simples al comienzo para hacerse cada vez más difíciles y costosos.

7. Combinar las cuatro reglas: Mediante ejercicios - juego de combinación de bote, pase, tiro y defensa en situaciones siempre sencillas al comienzo, variando la dificultad sucesivamente. El conjunto nos llevará a enseñar lo que es el juego globalmente, con toda su lógica y secuencia. Es importante presentar situaciones e juego con alternancia ataque - defensa. Después de que las cuatro reglas del juego y sus combinaciones han sido aprendidas de forma simple (6 a 8 años) y en forma más compleja (9 a 12 años), el instructor debe poner a los chicos en condiciones de disputar partidos lo más rápido posible (5 o 6 clases).

Para conseguirlo deberá:

a) Para los chicos de 6 a 8 años: Hacer efectuar mini - partidos desde 1 vs. 1 en una canasta, a 1 vs. 1 en todo el campo, para llegar al 3 vs. 3 en forma libre (analizando el 1 vs. 1 con apoyo), primero con balón consignado, después con salto entre dos en mitad de campo. Iniciar y enseñar el reglamento extrapolando las distintas situaciones (saque lateral, de fondo, falta personal, etc.) del juego mismo, en cuanto el niño tiene necesidad de vivir estas experiencias como algo tangible. El 3 vs. 3 en forma libre es el resultado final máximo para niños de 6 a 8 años.

b) Partir del 3 vs. 3 libre, para efectuar partidos 3 vs. 3 en franjas (centro, lado derecho, lado izquierdo), buscando dar orden al juego. Serán analizadas todas las situaciones de superioridad e inferioridad numérica (1 v. 2, 2 v. 1, etc.), defensa sobre el portador del balón y defensa sobre el jugador sin balón. Se preparará después el 3 vs. 3 didáctico en medio campo subdividiendo el área en tres partes, fijando las misiones y los papeles, que deberán ser intercambiados. Del 3 vs. 3 se pasará al 5 vs. 5 en forma libre, después a la didáctica del 5 vs. 5 en medio campo (centro, ala derecha, ala izquierda, ángulo derecho, ángulo izquierdo), con defensa al principio pasiva y, luego, activa. No debe haber especialización de funciones. Todos deben jugar en todas las posiciones. Del 5 vs. 5 en medio campo, se pasará al 5 vs. 5 en todo el campo, partiendo de una situación de canasta o de rebote defensivo. El 5 vs. 5 en todo el campo, defensa hombre a hombre, concepto de pasar y jugar, es el resultado final máximo al que se debiera aspirar en la etapa final del minibásquet. El reglamento se aplica en una forma más rígida, desde situaciones que se verifican en el campo: personal, autoacusación, tiros libres, saque lateral, saque de fondo, salto entre dos, participación de un árbitro. Todas estas situaciones, teniendo presente la gradación de aprendizaje, permiten al chico aumentar la propia visión corpórea en el ámbito del juego. El interés aumentará con relación al aumento de la dificultad de los ejercicios - juego y de las combinaciones entre ellos. Escalonadamente, se insertarán ejercicios didácticos para fijar mejor las diversas posiciones de partida, el desarrollo del gesto específico, la posición de conclusión. El partido de 5 vs. 5 en todo el campo de juego será el último momento técnico, es decir, la esencia del juego.

Terminamos nuestra propuesta, confirmada por la investigación realizada, con un deseo: que los centros de minibásquet primero y, los clubes de baloncesto después, no pierdan de vista su función social y que todos los instructores de minibásquet y los entrenadores del baloncesto intenten difundir la faceta moral de la enseñanza deportiva, que tal vez no nos hará ganar un título o una medalla, pero sí nos ofreceré jóvenes mejores.

La influencia de la metodología aplicada en la iniciación al minibásquetbol, en la efectividad del jugador. Parte IV


* Del juego - deporte del minibásquet al deporte del baloncesto:

El “juego” es una actividad individualista, egocéntrica, y tiene la función de revelar al sujeto el conocimiento de su propio cuerpo y de llevarle a dominar los instrumentos (en nuestro caso, el balón). A través del juego se tienen las primeras experiencias, se conocen los instrumentos (balón), el espacio operativo (terreno de juego), se conoce y se acepta a los compañeros de equipo. El juego, actividad primaria del niño, asume formas diversas según la edad. Cuando el sujeto toma posesión del instrumento (el dominio) se pasa del juego espontáneo al juego de reglas que se instaura en el momento de la adquisición de la sociabilidad por parte del niño. La plena aceptación de la presencia de otros individuos en el mundo egocéntrico del juego, lleva de hecho a la elaboración de reglas y normas que limitan la libertad extrínseca en el comportamiento lúdico del niño. El juego de reglas señala el momento en que la pura satisfacción viene limitada por la realidad exterior, constriñendo así al niño a un compromiso entre exigencias internas y externas. Este estadio representa el fin del juego en cuanto tal, englobando e integrando en sí mismo, todas las formas precedentes.

A tal fin, las reglas del minibásquet deben ser presentadas escalonadamente, primero en forma simple, después en forma siempre más compleja y, sucesivamente, combinada entre ambos, todo para que el juego venga comprendido en su entera dimensión y lógica.

En el minibásquet, las dos primeras reglas que presentamos son el dribbling y el tiro. Cada niño tendrá “su balón” a disposición. Esta situación egocéntrica vendrá exaltada proponiéndole muchos ejercicios - juegos de dribbling, tiro, y combinación de ambos.

Del juego de reglas al juego - deporte el paso es brevísimo. El proceso de paso de una situación individual y egoísta a una situación colectiva debe llegar gradualmente según se determinó al principio, teniendo en cuenta las exigencias del niño. En el juego - deporte colectivo se tiene necesidad del otro, del compañero, y por ello en el minibásquet vendrá presentada la tercera regla, o sea, el pase. Pero no se partirá, al principio, de un balón por pareja, sino aún de un balón por niño, con ejercicios - juegos de intercambios de balones, en una relación de plena confianza. Se llegará así a un balón por pareja (luego cada tres, cada cuatro y cada cinco chicos) primero en ejercicios - juego sin movimiento, luego con desplazamientos, haciendo vivir al niño todas las situaciones intermedias de modo intenso, real y concreto, haciéndole además comprender los matices y contrastes de las diversas situaciones - problemas que, de vez en vez, le vienen presentados. Lo mismo vale para la cuarta regla del minibásquet, la defensa.

Se iniciará también con un balón por niño, que deberá defenderlo (por tanto, conocimiento y defensa del propio cuerpo y del balón) y si lo pierde intentará recuperarlo y, si no lo consiguiera, deberá defender su canasta.

En el niño, en el joven, la competencia debe seguir siendo un juego. Una verdadera actividad agonística, competitiva, corresponde a la necesidad de afirmación, de confrontación, de medida de la capacidad propia. El minibásquet, en nuestro caso, no debe ser concurrencia o antagonismo colectivo, debe ser juego de competición cooperativa que une a los miembros de un equipo y desarrolla el sentido de pertenencia a un grupo. Las situaciones creadas por los juegos de la primera regla y por los juegos - deporte sucesivos son favorables al comportamiento social, mejoran la organización y cooperación. Es importante, en este período, no obligar al muchacho a practicar un solo juego - deporte. Sería bueno dejarle probar otros de modo que, tras haber cumplido su visión del horizonte deportivo pueda elegir el juego - deporte que más le interese, le atraiga y responda a sus motivaciones. Y tanto mejor será el instructor de minibásquet cuantos más niños continúen jugando al baloncesto tras conocer otros deportes.

El chico está a menudo influido por los deportes del adulto y tiende a imitarlo por identificación, pero no porque practica la misma actividad objetiva (en nuestro caso, el baloncesto). Es importante, por ello, no hacer corresponder los juegos de reglas de los niños a los deportes colectivos del adulto, transformando los primeros en una iniciación precoz a los segundos: el juego de reglas debe mantener su carácter espontáneo y creativo.

El minibásquet debe mantenerse como tal y no debe ser el baloncesto en miniatura. Podrá transformarse en baloncesto posteriormente. Como al crecer no le bastan los juegos - deporte, el niño irá a la búsqueda de situaciones - problemas cada vez más difíciles y complicadas. Deberemos entonces insertar las reglas técnicas para codificar el juego. Se pasa así del juego - deporte al deporte (en nuestro caso, del minibásquet al baloncesto) que no es ya un juego en sentido formal, sino el momento terminal del juego. Para convertirse en adulto, el niño debe hacer deporte, considerándolo no obstante, como lenguaje alternativo para poder comunicarse consigo mismo y con los otros

El Área de Árbitros de la Federación Española de Baloncesto ha activado este viernes un portal dedicado a los cambios en las Reglas Oficiales 2008, accesible a través de la dirección http://reglas.clubdelarbitro.com.

“El objetivo es dar a conocer las nuevas normas aprovechando todas las ventajas de las nuevas tecnologías, a través de un portal web dirigido no sólo a los árbitros, sino a todos los integrantes de la familia del baloncesto” – afirmaba Ángel Palmi (Director Deportivo FEB) en el momento de la activación.

La web incluye videos de cada uno de los cambios en las Reglas Oficiales, con comentarios explicatorios de la normativa a aplicar a partir de esta temporada 2008/09. Asimismo hemos puesto a disposición de los visitantes un correo electrónico para dudas técnicas: info@clubdelarbitro.com.

Para el desarrollo de este material, así como del DVD creado al efecto, el Área de Árbitros FEB ha contado con la colaboración de los integrantes de la Selección Española U18 Masculina, que participaron en la grabación de las jugadas.

La influencia de la metodología aplicada en la iniciación al minibásquetbol, en la efectividad del jugador. Parte III



Esta transferencia se pretende focalizar sobre dos niveles de actuación:

- Nivel cualitativo:

Tras identificar la etapa de evolución motriz en la que se halla la persona al iniciarse en estas actividades sociomotrices, potenciaremos las siguientes incidencias:

· Situaciones motrices con estructura de duelo: Serán prácticas en las que sistemáticamente se enfrentarán intereses opuestos, cada vez con mayor parecido al antagonismo de los deportes de equipo.

· Juegos o situaciones lúdicas motrices: Habida cuenta de la condición lúdica de los deportes de equipo, de su carácter grupal y de la participación global, integral del jugador que es protagonista de los mismos, optamos por el uso de los juegos o formas jugadas como actividades adecuadas para fomentar los mismos hábitos motores de los deportes de asociación. En este tipo de actividades el sujeto siempre participa globalmente con toda su personalidad, obligado a solucionar continuamente problemas inestables, irrepetibles, de la misma manera en que acontece en este tipo de deportes. Aprovechando el ludismo del deporte, a veces nos servimos de algún juego popular que disfrute de un funcionamiento sociomotor parecido al de los deporte de equipo, por ser ejemplos privilegiados de adaptación motriz.

· Conductas motrices mixtas: Entendidas en cuanto a su incidencia múltiple sobre todos los mecanismos que intervienen en el acto ludomotor (percepción, decisión, ejecución).

· Intervenciones motrices y roles: Referidas a las requeridas en los deportes colectivos, tanto en defensa como en ataque, en circunstancias de cooperación como de oposición.

- Nivel cuantitativo:

En la iniciación deportiva, no es prioritario el trabajo específico de la condición física de los jóvenes jugadores, ante los aspectos cualitativos diferenciados anteriormente, sin embargo, si conseguimos privilegiar actividades que además de una incidencia cualitativa supongan una participación similar a la de los deportes de equipo desde lo concerniente a la solicitación de las capacidades físicas condicionales (resistencia, fuerza, velocidad, flexibilidad), conseguiremos una transferencia más integradora sobre este tipo de deporte.

La aplicación de esta metodología de iniciación a los deportes de equipo, como base estructural de programación, y sin obviar las posibles aportaciones positivas del resto de planteamientos metodológicos tratados, supondría la aceptación de los siguientes aspectos:

- La acción de un jugador en situación sociomotriz no puede hacerse más que por adaptación a una realidad momentánea del juego. Esa realidad supone que no se ejecutan unos procedimientos técnicos de forma aislada, sino unas acciones de colaboración y oposición, en ataque y en defensa.

- Debemos confiar en la existencia de transferencia entre situaciones motrices semejantes lo cual revierte en un beneficio de tiempo de aprendizaje, pues no secuenciamos el aprendizaje de los elementos de juego, sino que se integran en una situación determinada, aquellos que resultan más significativos para su resolución.

- En la iniciación a los deportes de equipo, debemos relegar los datos mecánicos a un segundo plano, para primar la intencionalidad de juego sobre el gesto descontextualizado.

- La progresión metodológica ofrece una sustancial ventaja sobre el modelo de progresión lineal, en la que el aprendizaje de los distintos elementos constituyentes del juego, no necesariamente tiene relación entre sí. Esta no es otra que el hecho de que la superación de un estadio de aprendizaje no olvida los aspectos desarrollados en la etapa anterior. Bien por el contrario, los incorpora como célula fundamental y necesaria, enriqueciéndolos con nuevas situaciones de juego. El niño desde el primer momento reconoce los aspectos fundamentales del juego y evoluciona en su aprendizaje, sin posibilidad de desconexión.

Es importante entender la relación existente entre el juego y el deporte, en especial en su aspecto de iniciación deportiva que posee el juego, para comprender la idea general de este trabajo orientado a una amplia formación del niño que llega al club para aprender baloncesto.

El trabajo de implantación de una formación de base y pre - deportiva a fin de una correcta iniciación en el baloncesto, en lugar de basarse en las tradicionales formas repetitivas y parcelarias del movimiento, encuentra sus raíces en la estructuración del esquema corporal y abre un proceso metodológico innovador que se coloca en la evolución de las bases científicas y psicopedagógicas propias del juego y, en particular, del juego de situación como es el baloncesto.

Profundas y múltiples son las razones, de orden psicológico y sociológico, que convalidan una acción a favor de la difusión de la actividad motora y del minibásquet a una edad bastante precoz, al menos en concomitancia con el comienzo de la escolaridad obligatoria.

Sea la actividad motora de base, que el inicio del minibásquet, deben ser entendidos como parte de la educación global del individuo. Nuestro objetivo será dotar al individuo de todos los medios necesarios para poderse conocer (conocimiento del propio cuerpo, lateralidad, educación postural, etc.), para poder conocer el instrumento con el cual juega (balón), para poder conocer el espacio operativo en el cual juega (terreno de juego) y, en fin, para poder conocer a los otros (compañeros de equipo).

En algunos deportes se valora particularmente el campeonísimo, el tecnicismo exhaustivo. En cambio, partiendo de estos presupuestos de polivalencia y variedad, se intenta recuperar la dimensión humana más sana del movimiento y de la iniciación al juego. Por ello es necesario un desarrollo completo de la persona, mediante una actividad que no seleccione a los mejores en edad precoz, sino que eleve el nivel de equilibrio psicofísico de la masa y permita la liberación de energía altamente retenida y la ampliación de las experiencias vitales que favorezcan la consolidación de la personalidad y el mismo proceso de especialización.

En los primeros centros de adiestramiento de minibásquet (y todavía hoy en algunos), se atendía mucho a la técnica individual perfeccionada, el talento, relegando a muchos chicos que, sintiéndose traicionados en las motivaciones y los intereses, abandonaban el minibásquet, buscando otros juegos - deporte que les dieran lo que no encontraban en el minibásquet. En concreto, se atendía mayormente al aspecto técnico del minibásquet que no al aspecto del juego entendido como voluntad y deseo de jugar con los demás. En consecuencia, pocos muchachos (alrededor del 10% según estudios realizados en Italia), se encaminaban en el baloncesto, después de haber frecuentado los centros de iniciación al minibásquet. Se seleccionaban los mejores y los más altos. Se formaban supergrupos.

Esta situación extraña, anómala, ha hecho que la metodología de la enseñanza en los centros de minibásquet cambiase, que los programas de los cursos para instructores de minibásquet (monitores) se revisasen, a fin de hacer al joven “sujeto y actor del juego” y no objeto del instructor y entrenador. Sujeto del juego, en cuanto al niño, el muchacho, el joven, tiene necesidad, jugando, de sentirse persona, de socializar, de afirmarse, y de ejercitar la propia creatividad.

El minibásquet, en esta lógica, debe ser comunicación con los otros, debe dar respuestas válidas a los deseos y motivaciones de los jóvenes, no debe ser presentado como baloncesto en miniatura, debe educar desde el punto de vista físico, debe potenciar la inteligencia motriz, no debe producir inmediatamente campeones, debe dar la posibilidad de higiene mental para el niño y, al fin, debe dar la posibilidad a todos, niños y niñas, de jugar sin imposiciones de resultados, y tanto mejor será el instructor de minibásquet cuanto más niños anime a continuar jugando al baloncesto.

El campeón de 10 u 11 años no será nunca un campeón auténtico después. Lo dejará antes, porque estará cansado de hacer cuatro entrenamientos a la semana, estará cansado de repetir siempre los mismos ejercicios, estará cansado de sentir a su entrenador siempre las mismas correcciones, los mismos esquemas, los mismos gritos.

Buscamos, entonces, formar una base mayor sobre la que trabaja, no hagamos selección precoz, cuidemos mayormente la función educativa del minibásquet, eliminemos el filtro que hay en el camino del minibásquet al baloncesto buscando hacer un minibásquet y un baloncesto en edad juvenil mucho más humanos. Cuando asumamos todo lo dicho anteriormente, podremos pensar que en muchos niños, no sólo el 10%, continuarán jugando al baloncesto y esto nos animará a seguir en este camino.

Adaptando nuestra pedagogía del entrenamiento, tal como ha sugerido esta investigación, podremos alcanzar estos objetivos, al mismo tiempo que elevar la calidad técnica de los pequeños jugadores, logrando hacer clases mucho más divertidas y efectivas que las que se dictan, lamentablemente aún hoy en numerosos gimnasios de nuestro país, bajo un ideal de un tecnicismo inútil en las edades de iniciación al baloncesto.