“Todos tendemos a defender nuestro mundo, el conjunto de nuestras creencias o de nuestras ideas, y nos molesta la información que pone en duda o lo contradice. Nos sentimos en peligro cuando algo produce una disonancia en nuestro interior…. De forma automática tendemos a rechazar esa información inquietante. Preferimos la seguridad al conocimiento. “ Festinger (psicólogo social autor de la disonancia cognitiva)
Como entrenadores nuestra autoestima está íntimamente ligada a las acciones que ofrecen un alto rendimiento en el equipo o en un determinado jugador, pero deja de lado nuestra competencia por mejorar estos aspectos. Tal y como señala Festinger, preferimos la seguridad que nos reporta algo que sale bien, a la investigación y transformación que permita mejorar ese aspecto que ya funciona. Esta actitud no nos permite seguir creciendo.
Bazarra, Casanova y Ugarte (a partir de ahora VVAA) señalan tres variables que nos cohartan la renovación personal que nos permitirá crecer y hacer crecer.
a) La ilusión. Contemplando el panorama como perfecto, no tendremos opción a desarrollar nuevos proyectos que modifiquen el actual estado, ni la imaginación ni la creatividad tienen cabida en este tipo de estructura. Es sin duda un mal, estar lleno de defectos; pero es todavía un mal mayor estar lleno de ellos y no quererlo reconocer, porque es añadir todavía el de una ilusión voluntaria (Pascal)
b) El compromiso. Si se postula que no podemos cambiar o mejorar nada, las personas dejan de ser protagonistas activos de la situación.
c) El pensamiento autocrítico. Las personas que no evolucionan, consideran el pensamiento crítico como una agresión que ataca su autoestima.
Según estos autores la evaluación es una oportunidad de crecimiento en el cual deben ponerse en juego las siguientes habilidades y actitudes:
· Aprender a mirar, no sólo a actuar
· Tener siempre un pensamiento autocrítico
· Creer que lo importante no es hacer correctamente las cosas sino hacer las cosas correctas
· Observar la realidad desde otras perspecticvas. Ampliar nuestra mirada
· Escuchar
· Optimismo razonable y fundamentado ante los retos
· El deseo de investigar, de arriesgar, de crear
· Trabajo
· Compromiso
· Imaginarnos, reinventarnos, para mantener la ilusión
¿Entonces, qué tipo de evaluación debemos desarrollar?
Ante todo debe ser una mirada crítica en busca de la mejora constante y de la progresión de todos los integrantes del proceso de enseñanza-aprendizaje. Debe estar por escrita y debe ser revisada cada fin de períodos y subperíodos, e incluso después de cada sesión de trabajo. Todo siempre por escrito, para no perder nunca la referencia sobre cómo estamos evolucionando.
VVAA nos proponen la siguiente estructura:
· Analizar qué pasa
o Plantear la consecución de los objetivos planteados y el grado de consecución de los mismos. Ver qué hemos conseguido hasta ese instante
o Resultados obtenidos mediante el proceso de enseñanza-aprendizaje
o Actitud de todos los integrantes del proceso durante el mismo. Cada miembro debe aportar al conjunto.
· Valorar qué funciona
Qué nos resulta más fácil o nos ofrece mejor rendimiento.
· Valorar en qué necesitamos mejorar.
Ver qué nos resulta más complicado y sobre todo el buscar el por qué.
· Elección de objetivos
Toda evaluación supone una recogida de información y una posterior toma de decisiones en función del proceso de reflexión llevado a cabo.
o Priorizar. Qué es lo más importante a alcanzar. Es muy importante otorgarle a cada fin a alcanzar un valor cuantitativo y cualitativo que nos permita categorizar la importancia de cada uno de ellos.
o Estrategias. Debemos tener preparado el cómo llegar a ellos, qué necesitamos para conseguirlo.
· Estrategia
Debemos tener previsto cómo vamos a evaluar, qué instrumentos utilizaremos para recoger datos y, que aplicación les daremos a esos resultados con el fin de volver a estructurar el modelo que nos permitan seguir mejorando sin miedo al cambio.
En definitiva hablar de evaluación es entrar en el territorio de la humildad y de la curiosidad. Siendo estos dos dones muy preciados que brillan por su ausencia en el ámbito deportivo de nuestro deporte.
Siguiendo a Fernando Trías podemos afirmar los siguientes aspectos como aquellos que nos dificultan ser objetivos a la hora de evaluar:
· El efecto ancla: nos quedamos con lo primero que oímos
· El falso baremo: las cifras y cómo las presentamos, nos condicionan en el análisis
· Verificamos nuestras tesis pero no la contraria a la que deseamos probar.
· Evaluaciones asimétricas: seleccionamos los datos de manera afectiva. Si abordásemos la evaluación a través de tablas o instrumentos de control, nos sorprenderíamos
· La superficialidad en el análisis de las cosas
La evaluación consiste en crecer y en hacer crecer. No quedarse en el mismo sitio, manteniendo los mismo “vicios”.