¿A quién quieres más...?


Cada vez que escuchaba el comentario de una de esas personas enteradas, que el mundo del deporte hay muchas, diciendo que si tal entrenador gana los partidos por los jugadores o que tal otro los pierde por la gestión que hace de sus jugadores, no podía por más que esbozar una sonrisa irónica o poner esa cara de póker que tanto me caracteriza.
                 
 Los partidos hay que analizarlos en un todo, y no solamente en el día del partido. Sacar conclusiones mientras estas tranquilamente sentado en la grada tomándote unos frutos secos o hablando de la resaca que tienes por el día de ayer, nunca es buena consejera. Es el cuerpo técnico el que vive toda la semana de entrenamientos. Es el cuerpo técnico el que sabe qué jugadora se merece o no jugar los partidos.
                  
 Me he equivocado a lo largo de mi vida en muchas decisiones, pero si hay una cosa que nunca me podrán reprochar es que he sido siempre coherente con mis ideas. Quizás por eso me precede el apelativo de “polémico”. No he sido amigo de numeritos en público. He sido amante del orden y de la disciplina. Si me he enfadado sin motivos, lo he reconocido. ¿Qué alguna vez he sido injusto? Alguna no. Cientos.
                   
He estado abierto siempre al diálogo. Me he desvivido por todo cuanto he hecho en mi vida. A veces sin recibir nada a cambio. A veces sin recibir esa palabra de siete letras que es tan fácil de pronunciar y que tan rápidamente olvidamos: “gracias”. Muchas veces he recibido más de lo que he ofrecido, o por lo menos eso me ha parecido a mí.
                   
Un día escuché a un compañero decir: “pues fulanita no va a jugar ni un minuto hoy, porque durante la semana no ha entrenado como debe”. Fulanita jugó todo el partido menos los dos o tres primeros minutos. Hay que ser coherente con las ideas, por encima de la victoria o la derrota. Y si sabes que no lo vas a ser, mejor callarse la boca y tirar por la calle de en medio.
                   
Y para terminar una pregunta. ¿Quién es mejor Guardiola o Villanova? ¿A quién quieres más, a papá o a mamá? Algunas veces, el mejor es el que mejor gestiona el equipo.

Mientras dormía...

Nuevo "Café con D. Álvaro Pérez"


Me andaba rondando por la cabeza en estos días la idea de volver a entrenar. Ya han pasado unos meses desde que lo dejé, y los fantasmas del pasado me deambulaban de nuevo por el entrecejo. Me imaginé volviendo a sentir ese gusanillo que te entra en el estómago en los momentos antes de los partidos. O en esos momentos en los que debes decidir esa jugada que te lleve al triunfo o por el contrario te conduzca al más estrepitoso de los fracasos.
                  
Me imaginé volviendo a esas tardes sentado delante de los cuadernos de entrenamiento desmenuzando cada uno de los sistemas a los que íbamos a jugar durante la temporada. Si este año apostaría por la defensa zonal, o si por el contrario trabajaría sobre todo la individual. Aunque yo he sido más siempre de defensas alternativas, porque creo que mantiene concentrado tanto al jugador que está en pista como al que está en el banquillo. Pero una cosa es lo que yo piense, y otra muy distinta a donde quiera llegar…
                 
Me imaginé decidiendo a quién le doy el último balón para que se lo juegue. Si jugaré con sistemas cerrados o si por el contrario haremos ataques abiertos a una infinidad de posibilidades. Si haría una mini pretemporada en el parón navideño que tan bien suele irle a los equipos que he entrenado.

Durante unos minutos me imaginé de nuevo cogiendo la pizarra en la que tantas veces dibujé esos movimientos que nunca entienden los jugadores. Me imaginé poniéndome el chándal de tal o cual club o selección. Me imaginé atándome las zapatillas con doble nudo, para que nada turbara mi concentración durante el partido. Me imaginé enfadándome con mis jugadoras porque no llegaron a defender o animándolas cuando robamos aquel balón o conseguimos aquella canasta.

Me imaginé en la soledad del vestuario después de un partido. O incluso antes, cuando llegas el primero y repasas mentalmente todo lo que no debes olvidar. Me imaginé jugueteando con un balón en el banquillo mientras tus jugadoras acaban el calentamiento. Me imaginé pensando una vez más ese quinteto inicial que salte a pista.

Me imaginé saboreando las mieles del triunfo o percibiendo las hieles del fracaso. Me imaginé de nuevo recibiendo la reprobación de aquellos a los que no le gustaba lo que hacía o el halago de los que saben lo que cuesta cada cosa que haces. Me imaginé recibiendo una llamada de aquellos que antes te tenían horas y horas al teléfono preocupándose por ti y por tus cosas, y de los que hace tiempo que no sé nada. Lo cierto, es que yo tampoco los llamo…

Me imaginé todos esos buenos momentos que he pasado conociendo gente, jugadoras, situaciones especiales, viajando de aquí para allá, sacrificando fines de semana, cumpleaños, celebraciones, aniversarios, por aquello que tanto te gusta.

Y fue entonces cuando decidí que tenía que volver. Que mi sitio estaba en las pistas. Gritando, animando, solucionando situaciones, pateándome la pista de un lado a otro…

Por fortuna para mí, todo esto ocurrió mientras estaba en la cama. Cogí la manta, me tapé los brazos porque empezaba a refrescar, y me di la vuelta para el otro lado. Porque todo esto, como dijeron en una de esas películas cursis: “ocurrió, mientras dormía”.

¿Cuándo empieza tú partido?

El calentamiento prepartido es uno de esos instantes en los que como entrenador se valora pequeños detalles que incluso te llegan a prever una victoria simplemente observando un poco al equipo contrario.

El calentamiento es un escaparate donde muestras el potencial de tu equipo, donde los jugadores van concentrándose poco a poco fluyendo una tarea tras otra de forma dinámica y rítmica. Ese es el calentamiento que como entrenadores queremos vivir junto con nuestro equipo.

Para conseguir este calentamiento óptimo, Hidalgo nos propone cumplir con los siguientes preceptos:


1.- Nuestro calentamiento debe estar establecido de antemano, no improvisarlo en el momento. La sensación de organización y control sobre lo que se realiza es esencial.

2.- Que los movimientos sean simultáneos, uno tras otro de forma continua y lo más importante; que los jugadores ejecuten de forma ordenada cada tarea.

3.- Preparar concienzudamente el calentamiento prepartido.

4.- Diseñar tareas novedosas y originales. No realizar siempre el mismo calentamiento.

5.- Además de preparar al jugador física y psicológicamente para el encuentro, también debemos plantear situaciones en las que los jugadores realicen acciones técnicas complejas que dominen y resulten "espectaculares". Esto colabora a mejorar el nivel de motivación del grupo.

6.- Buscar la concentración. El jugador debe ocupar su mente en realizar un buen calentamiento y en previsualizar situaciones del encuentro.



LO QUE MAL EMPIEZA, MAL ACABA
UN PARTIDO EMPIEZA DESDE EL MOMENTO EN QUE ACABAMOS EL ULTIMO ENTRENO. CUIDA TODOS LOS DETALLES

¿Competición si, competición no?

Lo más importante para un educador deportivo, es saber diferenciar el arcaico concepto tradicional del competición por el actual concepto que la entiende como contexto en el cual se da sentido y significatividad al trabajo desarrollado con anterioridad.

Blazquez la define como momento en el que " se pone en juego la afectividad y la emotividad; estimula la búsqueda de la excelencia mediante el entrenamiento; provoca la imaginación y la creatividad; libera energías y catártica agresividades"

N debemos limitar estas experiencias a nuestros jugadores, pero lo que es más importante; no debemos formalizar la competición como el medio para ganar o alcanzar resultados deportivos alejados o contrapuestos a los objetivos formativos que debemos alcanzar.

¿Realmente estas son las premisas básicas que determinan la participación de tu equipo en competición? Reflexiona!!!

Ortega y cols. Nos propone un decálogo para valorar la intervención de la competición en los equipos de formación. Sin duda un buen instrumento para que reflexionemos sobre nuestra actividad y reconduzcamos nuestra labor hacia la formación del jugador y no hacia otros intereses más cercanos a la aprobación social y el aplauso gratuito.

Vamos con él.

1.- Competición si, pero orientada. Buena cosa, reflexionar sobre la argumentación de Blazquez.

2.- La competición debe ser orientada como una sesión de enseñanza más. Preparala con anterioridad,  marca los objetivos formativos y olvídate del tanteo.

3.- Es necesario que el jugador disfrute de muchos minutos  de juego. Quizás debas replantearte en algunos encuentros  que el más competente juegue menos minutos, en beneficio del menos competente que necesita más experiencias.

4.- En los equipos con orientaciones competitivas/ formativas, en el reparto de minutos, deberá primar las posibilidades des de promoción del jugador. Contextualizar e individualiza incluso en los encuentros.

5.- El estilo de juego impuesto por el entrenador en categorías de formación, deberá fomentar la formación, integral, global y genérica del jugador. Por favor, evita jugar a lo ACB.

6.- Sera necesario que el entrenador, y si fuera posible los jugadores, preparen el partido estratégicamente. El jugador debe ser pieza activa de su aprendizaje, incluso en los encuentros.

7.- Justo antes del inicio del partido, el entrenador debe dejar claro los objetivos individuales y grupales,  y lo más importante; que deben realizar para alcanzarlos

8.- Duramte el encuentro la información sobre nuestro equipo tendrá preferencia frente al del rival, así como la información ofensiva primara sobre la defensiva

9.- Es necesario llevar un control exhaustivo de los minutos de juego tanto a nivel cuantitativo como cualitativo (saber si juega minutos importantes)

10.- Las situaciones de "final de encuentro" deben ser entrenadas de manera habitual


EL CAMINO QUE SE SABE, BIEN SE ANDA
TRABAJAR CON LOS MÁS PEQUEÑOS REQUIERE MUCHA PREPARACIÓN Y FORMACIÓN



Un café con D. Álvaro Pérez


MI QUERIDA CANASTA



Hacía mucho tiempo que no hablaba con él. Y sonó el teléfono. Al descolgarlo me agradó escuchar su voz. Era mi amigo. El de toda la vida. Se fue de Jerez para buscar trabajo y ya nunca volvió. Estaba unos días aquí, y me contó que ayer estuvo paseando. Y llegó donde hace tiempo nos reuníamos todos. Estaba a unos diez minutos de casa. Nos veíamos cada tarde, después de acabar los estudios, porque antes había tiempo para estudiar, para salir y para estar con los amigos. El balón marca “MIKASA” de color amarillo, nos acompañaba cada día. Allí nos daban hasta bastante tarde. Y los fines de semana teníamos que madrugar, porque el que llegara tarde se quedaba sin canasta.
Estaba en un viejo aparcamiento de coches de una pequeña barriada. La red era una cadena. Nosotros mismos nos dedicamos a pintar el campo en el mismo sitio donde aparcaban los coches. Éramos los jóvenes que crecieron con la generación del la medalla de plata en las olimpiadas de los Ángeles’84. Teníamos por aquel entonces 14 o 15 años de edad, pero una ilusión que iba más allá de lo que se pueda imaginar. Íbamos allí cada día a quemar eso que ahora llaman estrés. Y luego, al llegar a casa, una duchita rápida, la cena y a dormir, que al día siguiente teníamos que ir de nuevo al cole.
No teníamos pabellones cubiertos, y si los había era prácticamente imposible jugar en ellos. Casi todos llevábamos puestas las “Tórtolas” o las “Rucanor” y los que más dinero tenían se compraban las ADIDAS “TOP TEN”, pero eso sí, solo para jugar en pabellones cubiertos. El alquitrán de la calle se comía las suelas de nuestras zapatillas y el dibujo de los balones. Había quien incluso para tapar el boquete de la suela de su zapatillas le ponía un trozo de cartón por dentro. Todos éramos entrenadores. Nos rompíamos la cabeza por emular a nuestros ídolos de entonces: Epi, Corbalán, Magic Jonson, Larry Bird, Abdul Jabar, Fernando Martín… Rara era la tarde que te ponían algún partido por la tele. Y solo, los sábados solían poner resúmenes que duraban apenas diez minutos de la NBA.

Nuestras paredes las llenábamos de póster de Dominique Wilkins o de Michael Jordan.

Y ayer volvió pasar por aquel aparcamiento. Se fijó bien, y aún quedan restos de la pintura que usamos para señalar las líneas de la zona. Estaba todo lleno de coches. Supongo que esa es la causa por la que ahora los jóvenes ya no juegan tanto como nosotros, porque quizás ya no hay pistas donde hacerlo. Seguro que no tienen pabellones cubiertos en los que resguardarse del frío del invierno. Seguro que sus padres no les compran zapatillas de marca para que puedan hacer deporte. Seguro que no hay equipos ni entrenadores en su ciudad. Seguro que su selección de ahora no gana campeonatos del mundo ni medallas en los Europeos. Seguro que el único pabellón cubierto que hay está muy lejos de sus casas. Seguro que por la tele ya no les echan ningún partido de baloncesto. Seguro que no tienen ídolos a los que imitar.

Durante un instante esbocé una sonrisa y le contesté a mi amigo: Si, seguro que es por eso…